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Pocas mujeres electas: por qué importa

“En las últimas décadas existe evidencia nacional e internacional sobre los impactos positivos que tiene el tener una mayor representación femenina en los puestos de decisión…”.

En las últimas elecciones tuvimos en nuestras manos la elección de 1.915 autoridades entre alcaldes y gobernadores regionales. Pero a la hora de elegir, solo el 5.2% son mujeres. De los 25 gobiernos regionales ninguna mujer ha resultado elegida (aunque dos han pasado a segunda vuelta), la tasa de mujeres elegidas como alcaldesas provinciales es la menor en la historia reciente (4%). Solo a nivel distrital sí aumentó la tasa de participación de la mujer, llegando a un exiguo 6 por ciento (93 de 1.964 alcaldías distritales).

Estos resultados señalarían que la primera aplicación de las leyes de paridad y alternancia no han dado los resultados esperados. Recordemos: paridad significa que al menos la mitad de postulantes en una lista debían ser mujeres y la alternancia indicaba que a las mujeres no debía ponérselas solo al final de las listas (donde difícilmente resultan elegidas), sino en puestos alternando entre postulantes varones y mujeres.

A pesar de este esfuerzo, para la elección del puesto más alto, alcalde o gobernador, no se han obtenido los resultados esperados.

¿Por qué nos debe importar que haya más mujeres en cargos de autoridad? Recordemos que en una democracia representativa la población se debe encontrar adecuadamente representada en los distintos niveles de Gobierno. Las mujeres son la mitad de habitantes del país, tienen una agenda y necesidades muchas veces diferenciadas, por lo que se necesita que sean más representadas. Pero no solo eso, sino que en las últimas décadas existe evidencia nacional e internacional sobre los impactos positivos que tiene una mayor representación femenina en los puestos de decisión: diversos estudios la vinculan con mayor inversión en protección social, en infraestructura sanitaria y en educación. Además, esta mayor inversión logra mejoras sustantivas con reducción de la tasa de mortalidad infantil y materna y, en el caso educativo, con una mejora en el aprendizaje. En Perú, García-Cobián encontró el 2018 un resultado similar, pues la presencia de una mujer en la alcaldía representa un incremento de 19.4% en los rubros de inversión en áreas de desarrollo humano.

A esto se le suma que la universidad de Maryland, en un estudio hecho en 32 países (año 2000), encontró que una mayor participación de las mujeres en puestos públicos está asociada a menores niveles de corrupción. Asimismo, ver a mujeres en cargos de importancia eleva las aspiraciones de niñas y adolescentes sobre su futuro y reduce prejuicios en las familias sobre la capacidad de liderazgo de las mujeres (Beaman y otros, 2012).

Veremos más adelante la composición final de las regidurías y consejos regionales donde se espera que haya habido un incremento en la participación femenina, y que ese sea un importante paso para que en nuestro país más mujeres lideren listas electorales y sean elegidas.